De la mano de más de 800 entidades, fundaciones y agentes internacionales, llevamos 25 años compartiendo sueños, retos y una misma ilusión: defender los derechos de miles de personas. Entre todos, hemos creado oportunidades y luchado contra las desigualdades de los colectivos más vulnerables en distintos países de África, Asia y América Latina. Y hemos comprobado que, caminando juntos, llegamos más lejos.

La sinergia entre diferentes miradas, culturas e ideas es clave para diseñar soluciones más humanas y creativas, capaces de responder a cualquier reto. Contar con equipos de trabajo diversos que comparten unos mismos valores y una agenda común ha demostrado ser un factor de enriquecimiento e innovación que define la esencia de la cooperación internacional.

Si queremos aportar soluciones sostenibles en el tiempo, necesitamos aliados que compartan nuestra visión y nos complementen para que las fortalezas de cada parte amplifiquen el resultado global y garanticen una estrategia de futuro. Por eso, en 2008, nos convertimos en el primer socio privado de Gavi, the Vaccine Alliance en Europa, y creamos la Alianza para la Vacunación Infantil, una iniciativa que busca reducir la mortalidad de los menores de 5 años y, a largo plazo, aumentar la esperanza de vida y mejorar el futuro de las comunidades.

El sector privado es uno de los actores clave en la cooperación internacional. Puede aportar recursos para hacer frente a los mayores retos de nuestro mundo y buscar respuestas desde puntos de vista innovadores. A través del Matching Fund, nuestra fundación, junto a la Bill & Melinda Gates Foundation, multiplica por cuatro la recaudación para la vacunación infantil. Y lo hacemos porque queremos acelerar la acción social y hacer llegar mucho más lejos las contribuciones de la sociedad a las causas más urgentes.

Ante desafíos tan complejos, es necesario fijar una estrategia común con objetivos claros y medibles. En un mundo en el que viven casi 8 mil millones de personas, hay que implicar a todos para promover el cambio. Si queremos alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es imprescindible sumar los conocimientos y el apoyo de todo tipo de organizaciones de la sociedad civil y promover nuevas iniciativas para reducir las desigualdades. Sin duda, es una decisión que nos interpela y beneficia a todos.

Para afrontar los retos de un mundo globalizado, experimentamos con fórmulas de intervención pioneras, con implicación tecnológica y metodológica, inspirando con nuestros logros a otras organizaciones para que inviertan en innovación social. Contribuimos al desarrollo y el empoderamiento de las poblaciones más vulnerables aprendiendo juntos y, muchas veces, las innovaciones más significativas terminan surgiendo de las propias comunidades.

En nuestras iniciativas de cooperación en África, Asia y América Latina, hemos aprendido que para lograr una transformación real escuchar es esencial. Para abordar plenamente la complejidad de los problemas sociales a los que se enfrentan las comunidades más desfavorecidas, son los propios miembros del colectivo quienes tienen que identificar sus necesidades y desafíos. Dándoles voz, el programa Work4Progress empodera a mujeres y jóvenes en riesgo de exclusión social y favorece la creación de negocios a largo plazo.

Una vez que la propia comunidad ha identificado sus necesidades, hay que determinar los asuntos más prioritarios y empezar con la ideación colaborativa de soluciones. En nuestros programas de creación de empleo, educación y salud consideramos que, para desarrollar el mejor planteamiento posible ante cualquier problema, todos los actores interesados -sobre todo, los usuarios finales- deben estar activamente implicados. Diseñamos las oportunidades con ellos en vez de limitarnos a hacerlo para ellos.

En el siglo XXI, la filantropía se hace más imprescindible que nunca, pero para generar alianzas público-privadas estables, hay que promover mecanismos innovadores de financiación. Gracias a estas nuevas formas de financiación y al primer bono de impacto humanitario, en cinco años se han construido tres centros de rehabilitación en África que prestarán servicio a miles de personas con discapacidad y nos ayudarán a crear un mundo más justo y seguro. Esta iniciativa debe ser un ejemplo para el futuro de la cooperación al desarrollo.

La innovación tecnológica ha demostrado ampliamente su potencial tanto en la agilización de procesos en momentos clave (p. ej., cuando se requiere alimentación suplementaria en situaciones de desnutrición infantil) como en el diagnóstico de enfermedades. Un buen ejemplo es el programa MOM, que mejora el estado nutricional de los menores refugiados en Etiopía mediante una estrategia innovadora -centrada en la prevención- y el uso de nuevas tecnologías, como los cupones electrónicos, el registro electrónico en programas nutricionales y la optimización de la técnica de diagnóstico de la anemia.

Existen historias que lo cambian todo. Historias inolvidables, que despiertan algo en nuestro interior capaz de emocionarnos y convertir un instante en un recuerdo inolvidable. Historias de voluntarios que contribuyen a conseguir el cambio que todos queremos ver. Estas historias, si no se explican, no se conocen. Compartirlas y darles vida es imprescindible. A través de medios como el periodismo y el arte, podemos hacer que crezca uno de los valores más implacables, transformadores y humanos: la solidaridad.

Una donación es mucho más que una transacción económica. Tiene un valor emocional por parte de quien la realiza y, por supuesto, toca -y mucho- a quien la recibe. Donar significa ser parte de algo: de una solución, de una esperanza. Hoy en día, tenemos las herramientas para decidir a qué proyecto ayudar y cómo queremos hacerlo. Y es fundamental la participación tanto de las grandes corporaciones como de los ciudadanos que deciden contribuir a mejorar la calidad de vida de los que más lo necesitan.

Ser generoso no es una manera de ser. Es una manera de vivir. El voluntariado no se hace, se vive. Cambias tu vida a medida que cambias las de los demás. Y los conocimientos y el agradecimiento es lo mejor que te llevas de vuelta. Los voluntarios corporativos CooperantesCaixa coinciden en que es una experiencia transformadora en la que recibes más de lo que das. Además, son testimonios relevantes del papel imprescindible que juegan las iniciativas que ponemos en práctica en cada territorio para empoderar a las comunidades y erradicar la pobreza.

La creación de empleo, la educación, la salud global, la investigación, la ayuda humanitaria... Nada de esto sería posible sin compañías conscientes que contribuyan de forma activa y en colaboración con otros, potenciando al máximo su responsabilidad con el planeta y las personas que lo habitan. En estos años, hemos aprendido que esta implicación social y humanitaria también favorece la competitividad de las empresas y las convierte, a su vez, en una fuente de inspiración para la sociedad.

En el siglo XXI, el rol de las fundaciones es cada vez más relevante para responder en tiempo real a los desafíos a los que nos enfrentamos. A lo largo de estos 25 años, hemos sumado esfuerzos con reconocidas fundaciones europeas e internacionales, y formado parte de redes filantrópicas de referencia para contribuir a promover un ecosistema diverso e inclusivo de fundaciones, organizaciones filantrópicas y redes que trabajen por el bien común.

Si hablamos de aprendizaje, es inevitable hablar de transparencia. Solo siendo transparentes, compartiendo lo que hacemos y cómo lo hacemos, conseguiremos tomar decisiones objetivas y detectar nuevas fórmulas para avanzar. El valor de la transparencia ha sido siempre imprescindible para nuestro trabajo, ya que la transparencia genera confianza y solo desde la confianza mutua es posible generar progreso.

Evaluar nos ayuda a mejorar. Solo si medimos y analizamos los resultados de forma rigurosa, podremos tomar decisiones que garanticen un impacto positivo en las personas y en nuestro planeta. En estos 25 años, hemos aprendido la importancia de trabajar con buenos procesos de medición para marcar retos realistas y asumibles. Solo así conseguiremos lo que queremos: seguir cumpliendo años y objetivos.

El objetivo de las convocatorias de cooperación internacional ha sido siempre reducir la pobreza y luchar contra las desigualdades en los países de renta baja y media. Con el llamamiento público de los proyectos, no solamente aseguramos que todas las entidades tengan las mismas oportunidades de optar a la financiación, sino que el proceso de atribución sea equitativo y justo mediante el cumplimiento de protocolos diseñados por organismos neutros que avalan la calidad final de cada candidatura.

Buena parte de lo que hemos aprendido en estos 25 años de viaje ha sido gracias al intercambio de conocimientos y recursos que hemos llevado a cabo con nuestros socios y colaboradores en los países en los que actuamos. Las buenas prácticas de unos han inspirado la evolución de los proyectos de otros en formaciones, talleres, jornadas de trabajo y conferencias. Esta transferencia de conocimientos es básica para construir plataformas de aprendizaje colectivo que nos ayuden a mejorar el futuro de todas las personas.

Si queremos comunidades que sean más autónomas, los ciudadanos deben involucrarse. Empoderar a entidades, agentes locales y ciudadanos para que puedan liderar su propio futuro es clave para garantizar la sostenibilidad en el tiempo de las soluciones que se implantan. Invertir en formar a los profesionales del mañana no solo cubrirá sus necesidades particulares, sino que, exponencialmente y en cadena, recogerá frutos en la economía local. La formación y el refuerzo de capacidades y talentos son la única vía para crear comunidades sólidas y con capacidad de cambio real y a largo plazo.

El empleo pleno, productivo y sostenible es una de las principales herramientas de desarrollo para poder mejorar sus condiciones de vida.

Todas las personas deben tener acceso a una educación de calidad para participar en su propio desarrollo.

Los proyectos de cooperación y desarrollo deben adoptar medidas para minimizar la huella climática y crear economías limpias y resilientes.

Prevenir emergencias humanitarias futuras y redoblar esfuerzos en las actuales es imprescindible para no dejar a nadie atrás.

En el mundo actual, la salud es global. Para un desarrollo sostenible, garantizar una vida sana a todas las personas, haciendo énfasis en mujeres y niños, es prioritario.